Era de noche cuando escuchamos el estallido. Fue como una bomba. Tanto que los vecinos salieron a preguntar qué pasaba", describió, todavía espantado con el recuerdo, Carlos Cortés, el abuelo de Luciano, el chico de sólo 12 años al que le explotó un teléfono celular en las manos.
Luciano perdió dos dedos, el mayor y el anular de la mano izquierda, cuando enchufó el aparato para cargar la batería. Los médicos sólo pudieron salvarle la primera falange de ambos dedos. "Fue como si a mi nieto le hubiera estallado una granada: tenía lastimaduras en el pecho, esquirlas en la cara y hasta una pequeña en la garganta", contó el hombre.
El accidente ocurrió hace dos semanas en la casa de Luciano y recién ayer Cortés, un reconocido fotógrafo de esta provincia, decidió hacerlo público "para alertar a la gente. No para asustar, sino para que sepan que esto puede pasar y tengan cuidado".
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sábado, 7 de junio de 2008
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