El celular de él está ahí. Brilla, titila, se te ofrece. Te dice: “abrime, mirame, revisame, tengo tantos mensajes sospechosos”. Y vos sabés que tu novio –novia, marido, amante, chongo o cualquier otro título nobiliario– no va a salir de la ducha hasta dentro de diez minutos.
Entonces, con culpa pero con precisión, a toda velocidad, lo abrís y buscás entre los SMS esa pista que podría confirmar lo que intuís. ¿Encontraste lo que buscabas? ¿O hubieras preferido no ver nada? Es fácil identificarse con la escena: según una encuesta a propósito de esta nota, siete de cada diez consultados alguna vez espió los mensajes de texto de su pareja (el resto casualmente conocía “a un amigo que lo había hecho)”. Esta consulta, además, tiene su respaldo: según un estudio de la empresa Virgin Mobile de Australia, uno de cada tres usuarios revisa los mensajes de texto de su pareja y el 45% dijo haber descubierto coqueteos o textos de contenido sexual al hacerlo.
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sábado, 30 de agosto de 2008
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